Exquisitas notas desafiantes, desfilan como soldados, suben y bajan, mientras voces celestiales entonan albadas, alboradas, alegorías y despedidas, mis oídos se deleitan anonadados, apasionados por la emotiva luz que emerge del bello arte de la música, esa que se mete a las venas alterando mi ser, esparciéndose en mi ambiente como irreal fragancia creada por la divinidad, esa que vive en cientos de artistas y creadores, unos anónimos y otros excelsos. Yo la disfruto, vibro con ella al unísono, e intrínseca me domina el alma, con inocencia y magia sofocante, me carcome los huesos hasta el tuétano, escarbándome el alma hasta hacerme perder la conciencia, me embriaga cual elixir de ángeles, alucino y me pierdo en un laberinto de sueños y me domina como la flauta a la serpiente y me sumerjo en otra dimensión y ahí, me encuentro con ella… mi Hada de las Palabras, me susurra al oído todas esas cosas que a mí me gusta escuchar, se introduce a mis recuerdos y volvemos tiempo atrás, me convierto en niña, aquella a la que tanto me cuesta describir, porque hay muchas cosas guardadas en un baúl escondido en el sótano de mi memoria junto con algunos fantasmas sumidos en un letargo con el paso de los años. Alquimia, poemas, música y café… mi Hada con cadencia distribuye acentos y sonidos regalándome benditas palabras, consonancia e inspiración, me baña con sus polvos mágicos dominándome como un títere y yo comienzo a hablar de amor, me dejo llevar entre música y significados, adormilada e inconsciente recuerdo el dolor pero sin drama, sigue dominando el amor, ese que me pone loca de pensarle. Es una noche fría, pero el Hada me regala calor y la música me regala calma, las palabras me enriquecen mientras busco y rebusco en lo más profundo de mi alma loca y vieja, pero, ¿qué busco?… no quiero erudición, no quiero sabiduría, sólo quiero recursos e incontinencia para crear e incansable escribir, esculpir ideas y encarnar emociones en versos y así los segundos corren, ella trae consigo tolerancia para mí y muchas palabras, hay instantes en los que me vuelve autómata aunque a ritmo constante y sin rumbo creo obedecerla. Ella me mira con sus grandes y saltones ojos color mar, su nariz afilada, su cabello color plata ondulado como olas, frente corta y labios color rosa nacarado, resplandeciente vestida de un violeta platinado despide un aroma a orquídeas, cualquiera diría que es un ángel, pero no… seductora ella, musa de muchos es mi Hada de las Palabras, la que me hace pensar y me consuela en las horas de tristeza.