Exorcista de ideas


Sentir, sentir la sangre hervir, las sienes alteradas, sentir cosquilleo en el pecho, sentir deseos de dormir, no sentir ganas de negociar más aún así sentir ganas de seguir, sentir ganas de soñar, de empatar con la realidad, de abrazar a los amigos, de cometer errores, de aprender lecciones, de morder el polvo, de sangrar, de sanar, de creer que hay una inteligencia superior con tiempos distintos. Sentir que los días ciegos van a tientas, sentir que solo es cuestión vivir, de vivir la tristeza, el desasosiego, la ausencia, la obscuridad para entonces, ser más humanos, coleccionar errores en una cajita y escribir una antología de experiencias, de ensayos, de personajes, de fantasías y al fin evolucionar, desarrollando esa capacidad de amar que vive en las entrañas, cínicas, porque albergan contrastantes diabólicos que nos hacen aún más personas y el mundo interior se va expandiendo, y el juez que vive en cada uno va perdiendo el juicio porque se vuelve incapaz de juzgar, melancólico va guardando silencio como un viejo  que va perdiendo el habla, sus ojos viejos se secan hasta que un día muere quien fue implacable y despiadado.

El alma enigmática vive una metamorfosis, se ablanda, selecciona los momentos importantes pero también se dignifica por cada cicatriz, se mira al espejo y ya no es la misma, se ha curtido, ha vivido la luz y la sombra en una vida llena de contrastes, por tanto, decide emigrar a la frontera, entre el negro y el blanco, el día y la noche, donde nada y todo es bueno y es malo, porque finalmente el ser humano es amoral, es lúcido y loco, es equilibrio al fin.

Vivir, para eso estamos, para habitar en las ciudades que queramos, se vale vivir en la Ciudad Melancolía pero también emigrar cuando el alma se haya liberado.

¿Esperar?, ¿para qué?… basta con vivir sin tanta expectativa, avanzar aún cuando se hayan que tomar vías alternas puesto que las cosas tienen un orden y el tiempo divino es otro. Deja el drama y cierra el armario de los recuerdos, sólo deja que la vida se abra paso y que actúe ese nudo de fuerzas invisibles.

No somos súper héroes, somos seres humanos .

La noche pasada, el intolerable insomnio no me abatió, escribo porque tengo la imperiosa necesidad de hacerlo, quizás tenía algo que contarme a mi misma, una idea que exorcizar.

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