De mi universo al tuyo…


 

Siempre que se acerca Navidad, me da por hacer un viaje interior, un conteo de cosas y personas extraordinarias que me rodean, un inventario de bendiciones y una evaluación de mi siembra y cosecha, porque aún cuando pensemos que hacemos lo correcto, hay una especie de boomerang que nos otorga lo que damos. Como cada fin de año, he decidió compartir contigo este viaje y comenzaré por decir que una de las lecciones más importantes que aprendí, fue comprender que el “Ahimsa” o “no violencia” empieza por nosotros mismos, que puedo crearme una vida amorosa iniciando por cuidar mi diálogo interno, por vigilar cada uno de mis pensamientos, por comprender que se puede aprender a través del placer y no del dolor escogiendo a los maestros adecuados, que todo lo que me rodea tiene vida y que finalmente cada una de las decisiones que tome, tendrán un efecto que determinará mi futuro, tal vez esa sea la mejor habilidad a desarrollar para ser el vidente perfecto jugando con nuestras mejores cartas del día a día sin tomar ventaja de nada ni de nadie, dando siempre lo mejor de nuestro ser.

Me observo hoy como una cebolla, a la que la magia y este gozo por estar aquí y ahora, le han quitado una que otra capa para conseguir eso que es esencial, eso que como dice Antoine de Saint-Exupéry, es invisible a los ojos, que no se vale predisponerse a nada porque si me salgo de este instante, seguro me estaría perdiendo de mucho, me perdería de la magia al observar cómo es que mis dedos teclean bastando con desear hacerlo, me perdería del frío que estoy sintiendo en los pies y de cada palabra que va haciendo fila como soldadito dentro de una guerra de ideas, me perdería de la textura de mi sofá, del sol insistente que se cuela por la terraza y también de la conciencia de mi postura al escribirte, de mi respiración y gusto regalarte estas líneas.

Hay sueños que este año cobraron fuerza, unos fueron suplidos por otros, otros definitivamente algo que se llama intuición me dijo que no me convenían y algunos de los más grandes fueron esfumados por esa fuerza sutil y sublime que a sabiendas de lo conveniente para mí y muy a pesar de unas cuantas lágrimas me fueron arrebatados dejando vacíos que fueron llenados por otras bendiciones, algunos siguen huecos y yo así ejercitando mi paciencia, ha sido como iniciar a resolver un acertijo que, aún no termino, sin embargo, nunca nadie dijo que sería fácil, y como cuando nací yo no traía instructivo pues encontrarme ha sido una constante negociación con el tiempo, con Dios y con la fe misma que a veces ha jugado al escondite mientras yo cuento hasta el 10,000 sin hallarla por ningún sitio, de pronto, sale de ese escondite que te cuento y me sorprende con cosas inimaginablemente extraordinarias, y así he vivido todo este tiempo, espero que un día, pueda acogerla para no soltarla nunca, compartirla y por ende acrecentarla inquebrantable.

También es trascendental mencionar que, muchos libros me nutrieron este año que ha volado, esta ha sido una forma de aprender y que por las noches permea en lo más íntimo de mi subconsiente, vaya forma de entrometerse y formar parte de mis creencias. Mis amig@s de siempre están ahí, a veces creo que he abusado de su cariño al contactarles escasamente, pero por favor créanme que están presentes en esos espacios de meditación y plegaria y si tú, estás leyendo esto, aprovecho para ofrecerte una disculpa por no llamar, por no escribir, por perderme y vivir ensimismada, aún así, segura estoy de que sabes que te amo, porque querer es del ego.

Bueno, la cuestión es no abrumar, se trata sólo de agradecer el ramillete de bendiciones que conseguí este 2011, de mandarte un abrazo mediante este texto que es como un espejo de lo que hoy soy, de bendecirte porque si te has tomado el tiempo de leerme es porque esto es para ti. Gracias infinitas a la vida por ponerme en el momento preciso y en el lugar oportuno, gracias a ti por ser y sobe todo por estar.

La luz y el amor divino en mi, honran la luz y el amor divino en ti… Namaste.

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