A mi hermana Magui, le debo el mostrarme esa habitación vacía en la que puedo introducirme en cada momento que deseé un poco de lucidez: una hoja blanca. Tomé esa ducha terapéutica nocturna, vi cómo las ideas se disolvían en la coladera, cómo el agua caía a chorros tan transparente como mi alma que no sabe jugar a las escondidas.
Pensaba cómo a veces nos enganchamos de lo bonito, de eso que dura poco, mucho menos que un ocaso, pero tan trascendental como esa canción que te gustaba cuando eras niñ@, como esa oración de cada noche, como ese libro que marcó tu historia, pensaba en la relatividad de Einstein, que definitivamente la intención y la intensidad son lo que crean ese lazo con el otro, hacía un inventario de experiencias, una rotas y otras desteñidas, algunas matizadas y otras fluorescentes, buscaba esa pieza del rompecabezas que me hoy me conflictua al tratar de entenderme, porque cuando me observo con atención puedo descubrir que me siento como un montón de espejos rotos en los que se puede reflejar la luna a trozos, rota visualmente ella como yo pero ambas completas y brillantes aún en la ilusión, y cuando intento ser ese arquetipo que deseo, sé que debo aprender a estar cómoda en ese lugar incómodo, tal vez surfeando la ola esa que me mantiene loca viviendo al límite, esa con la que a veces me consumo por las noches para amanecer renacida, flotando sobre mi propio océano para entonces despertar y seguir en la bravura de mis aguas tratando de alinear mi corazón con esa fuente de energía y amor infinito, eso que es la vida, eso que se mueve y se expande como mis pulmones en cada suspiro cundo lo pienso.
Sí, quería ventilar los esqueletos del ropero pero hoy no, tal vez lo he hecho ya muchas veces y mi momento es otro, reconozco que me he vuelto un poco más orgánica y me he cumplido muchas de las cosas que me he prometido, casi todas… podría listarlas pero no lo haré, hoy quizás la más grande es plantarme en el aquí y ahora, vencerme a mi misma y salir del límite para volver a mí con absoluta maestría, para no sentirme más, como ese espejo roto, sino para convertirme en ese cuento nunca escrito, para ser alquimista, objeto, sujeto, mi arquetipo favorito, para expandirme con el universo y seguir saltando entre mis propios abismo inventados tal vez por mí.
Mis libros me observan, y yo los retos buscando a aquel que tenga esa línea perfecta y osada que se atreva a traspasar mi corazón como una daga, esa verdad ineludible que me hace falta recordar en este momento, he hurgado tanto en mi memoria, como niña curiosa que busca en los cajones de su madre, yo busco en los cajones de mi vida, tratando de encontrar el origen de ese patrón que repetí, no sé si de otra vida, o no sé de dónde, aún cuando se que la mente no es nada elegante sino todo lo contrario, es ordinaria, es prosaica, es incoherente, reptiliana, irracional y redundante y así desgasta experiencias como lo hace la polilla con el mueble más fino… Si tan sólo tuviera un atisbo de eso que busco como loca sin saber a plenitud qué es y sin querer tener certeza de todo lo que ocurre alrededor, si tan sólo pudiera llegar a la cumbre de mi “aquí y ahora” y plantarme como un árbol para no bajar jamás, para no perderme en ese laberinto que atemoriza, ahí donde reinan las horas muertas acompañadas de preguntas infinitas como espirales, si tan sólo pudiera no voltear tanto atrás ni deslizarme por la mente burda, si tan sólo pudiera expandirme y perderme en la conciencia del todo sin cuestionar cada cosa que ocurre.
Quizás hoy me resista y entonces mi mismo océano me arrastre a tierra firme y aún cuando todo sea abstracto dejará de importarme, tal vez hoy decida convertirme en flor y embriagarme con mi propia esencia, puede y hoy por fin decida aprender esa asignatura que reprobé para entonces no estar ausente de mí y pueda experimentar ese encuentro amoroso conmigo misma y deje de ser tan obtusa, tal vez este es el momento perfecto para metabolizar por fin todas esas experiencias que me conforman y sacar mis alas para sobrevolar lo que veo, quizás hoy decida convertirme en ese libro que tiene esa línea, esa verdad que me permitirá encontrar mi lugar en el alma del mundo, puede y hoy me convierta en ese poemario del universo y pueda ser recitada en el corazón de lo que me rodea, seguro hoy me convertiré en esa que decida aventurarse a caminar sobre las aguas, tal vez hoy me vea en el espejo como esa luna fascinante y me ponga a mano con la vida y liquide todas mi deudas con sonrisas, puede y hoy sea la noche perfecta para sacar los esqueletos del ropero de una vez por todas, expandir en lugar de explorar mi conciencia y entonces de verdad fluir desde esa gracia que tanto hablo… Om Sat Chit Ananda
🙂
Un guerrero nunca deja de luchar.
LU
Me gustaMe gusta