Hoy tan solo intentaré hacerme responsable de este estado mío de nostalgia.
Se me antoja no intentar hilar nada, no componer nada, no rimar nada, no pensar nada.
Ahora que el año termina, termino yo también con lo que hasta hoy he sido y me abro a una nueva génesis, dispuesta a respirar con más profundidad para deshacer tantos nudos de mi alma tal vez añeja, ¿qué tanto? no lo sé, pero sé que es vieja.
Hojeaba ese libro de San Juan de la Cruz, ese en el que cuenta sobre “La noche Oscura del alma”, tal vez buscando un poco de empatía a lo que hoy siento, intentando aprender a desmembrarme de lo que sé es temporal.
Sin temor a que pienses que estoy exagerando, en este momento, estoy experimentado una serie de muertes, de relaciones entrañables que me han llevado al límite, luchando también por dejar de ser la 10 y convertirme en mí, conmigo, para mí en mi persona favorita, en la número 1; Así, intento sublimar esto que duele.
Otra de las cosas que se me antoja pensar es que, alinear el corazón con la vida es muchas veces crudo, ¿Por qué?… Porque debe morir mi adversaria, esa que se sube a unos tacones y mira de frente con altanería, que da muchas veces respuestas áridas y confronta con la mano en la cintura, no es que exista algo de malo en eso, es más bien que he tenido que ponerme una máscara que realmente me tiene exhausta y lo más importante que, oculta mi verdadera esencia. Soy afortunada de no encajar más ahí.
Hoy, quise adueñarme de la palabra “ríndete” como mi mantra del día, rendirme aquí y ahora, por eso fue que decidí intentar escucharme activamente y validar así lo que me tiene en esta disposición de quedar en suma desnudez y libertad de espíritu. Qué me importa si pasas aquí por casualidad, tal vez sientas un poco de identidad conmigo, tal vez conectes con esta desconocida y si me conoces quizás tanto mejor.
Cuando yo era niña, yo soñaba con comunicar, necesidad latente que me trae aquí, de pronto este sitio público paradójicamente es mi escondite. Vengo aquí cuando quiero dejarme fluir… trátese de la emoción que sea, en esta ocasión un profundo dolor.
Estos días, he pensado en todas las porciones de mí ser, todas mis potencialidades y frijoles mágicos de la infancia, en la niña que leía en su columpio a los Hermanos Grimm, niña que hoy a sus 33 años vive una iniciación, niña que a sus 33 empieza su escalada al Monte Carmelo con los poemas de San Juan de la Cruz.
Con esta entradita, intento abrazar mi propia tristeza, mi incertidumbre y fragilidad, mi noche de contemplación, ¿para qué?… para hacerle todo el espacio al entusiasmo, para dejar que los latidos de esa energía divina que llamamos Dios resuenen conscientes en mi pecho, quiero una nueva visión de la vida, quiero espacios muchos para una vida más creativa y amorosa y que en paralelo mi sombra siga proveyéndome de recursos para potencializarme… me gusta mi sombra, justo ella me impulsa a este estado de desmembramiento, a un espacio de contemplación para recrear mi mito y así en la oscuridad ver el brillo y fulgor de mis propias joyas.
A través de mi noche, una parte de mí se reafirma, es un intento tras otro por ser congruente, por replicar en todas las aristas de mi vida eso en lo que creo, pero para replicar debo restaurar, subsanar y vaciar escombros; A través de mi noche, elijo elegir, hacer uso responsable de mi libertad porque incluso no elegir es una elección, pero yo quiero ver todas mis opciones, buscar tantas posibilidades como peces en el mar y en esa gama de colores en los tejidos del mundo, escuchar ese latido de Dios en mí, oír su voz a través de mi intuición y escoger los colores que yo quiero ser, seguir los pasos que me hagan vibrar y dejarme acompañar sin protegerme tanto.
Quiero conectar como lo dice Buber en su Tú y yo, sin sentirme cosificada y son yo cosificar; Deseo relaciones genuinas que me acompañen en mis silencios sin cuestionar, sin juicios, sin tanta demanda. Estoy cansada de las relaciones utilitarias incluso de mí para conmigo, estoy cansada de algunas veces elegir no elegir… Hoy repito, ¡Elijo elegir!
Quiero un mundo floreciente y escuchar el llamado, me resisto a encerrarme en el fastidio, no voy a claudicar ni a renunciar a mi persona por cumplir estándares y expectativas, el precio orgánico es alto y no estoy dispuesta a emplear un gramo más de energía… Insisto… Soy afortunada por sentirme exiliada y no me apetece encajar.
Por lo menos hoy, sólo quiero contemplar…