De la adicción al dolor y sus queveres.


Muchas veces el ser humano desea tanto algo que ya que lo tiene no sabe qué hacer con eso.

Desperté reflexiva sobre la adicción al dolor, de cómo las personas no sabemos muchas veces recibir lo bueno de la vida porque nos volvemos adictas a la tristeza, al enojo y a todo eso que a nivel cerebral nos da algo que aunque no es bonito es ese driver para sentirnos vivos e inclusive emotivos… por ejemplo, ¿recuerdas cómo nos sentíamos después del terremoto que vivimos en septiembre pasado? Nos unía la compasión, la generosidad y un amor desbordado al prójimo que no hubieran sido detonados sin ese evento. Por eso, ocurre que cuando algo proviene desde la facilidad y el gozo se vuelve aburrido, por eso no podemos contener lo bonito, porque el estar en paz puede resultar sin chiste e inconscientemente nos saboteamos buscando un terremoto para volver al estado emocional anterior y volver a conectar con el amor, la generosidad y la compasión.

Evidentemente se necesita un proceso fuerte de autoconocimiento para detectar estos patrones, para disfrutar de lo que hay aquí y ahora, para dejar de caer compulsivamente en la repetición de esos mecanismos y anclarnos a la felicidad que tiene que ver con un estado de consciencia en el que vamos aún a gatas.

Cuando sientas que alguien te da una moneda reactiva así, piensa que no es personal, que no es tu problema, no es que no merezcas algo bonito, observa sólo qué parte tuya te conecta ahí y sánala, repítele a tu esencia “gracias, lo siento, por favor perdóname, te amo” y mueve tu energía, porque sino la mueves tu adicción secreta te mantendrá ahí y estamos aquí para experimentar un estado de contento (santosha) que nos ponga a vibrar alto y nos lleve a un mejor lugar consciencial y por ende afectivo y material.

Nos sale más barato estar sanos que enfermos, es menor la inversión de energía que demanda el estar bien que el estar mal, se siente más rico y es más productivo.

Démosle al dolor un lugar sagrado porque sin duda lo tiene y nos regala expansión como buena medicina (quizás de las más poderosas), pero no hagamos de él un rehén para conectar con nuestra vitalidad, hay mil maneras de conectar con la bondad nuestra sin dolor, culpa y miedo.

Besos a todos y vamos a comernos la vida a puños con plenitud y gratitud.

Con amor Char

2 comentarios en “De la adicción al dolor y sus queveres.

  1. Sólo los errores y el dolor dejan enseñanzas; pero serían en vano si no proporcionaran a la vida cotidiana el aprendizaje necesario para valorar los detalles y las cosas simples. Como el disfrutar de un café, una caminata vespertina, la sonrisa de una ser querido, la brisa que viene a decirnos que todo está bien. Todo lo que algún día padecimos, tiene que desembocar necesariamente en un abrir de ojos, en un quitarse los velos y darnos cuenta lo afortunados que somos. Pero como bien dices, no debe convertirse en un patrón: debe conducirnos a una revelación, en un descubrimiento de nosotros mismos, que ya no da marcha a atrás…

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