Corazón curtido


23 de Octubre 2023

Estoy en un restaurante, sola, lista para comer y está sonando Instant Crush de Daft Punk y esa canción era de Damian y mía.

Me siento como ese personaje de Haruki Murakami de su libro de Tokyo Blues, Toru Watanabe mientras recuerda a Naoko en un aeropuerto con la canción de Norwegian wood de los Beatles.

Me impresiona cómo con el paso del tiempo la memoria va desentrañando episodios con esos colores, aromas, texturas, rostros y sonidos que se vuelven tan cercanos al presente, y con ellos llega también la añoranza, la nostalgia no sé si a lo que fue o a lo que éramos mientras estábamos ahí alimentándonos de eso aunque no siempre fuera nutricio…

Recuerdo no sólo a Damian, sino también a Aldo y a todos esos amores que para mi significaron. Llevo días también recordando a mi yo adolescente y valiente, a mi yo cuando era nómada y aventurera. Esa chiquitina que corría por los cerros y buscaba pertenencia cuando estaba en la secu. Era esa niña que se escapaba a todos lados sin permiso, con sus pecas y el flequillo chueco recortado por ella misma.

El corazón se me ha curtido bastante, tiene callo, y la realidad es que yo no sé si ya lo había dicho antes pero me dedico a lo que me dedico a causa de mi propio proceso de autosanación, siempre digo que uno enseña o comparte lo que necesita aprender o recordar, y yo tuve que recordarme a mi misma quién era yo después de que un día el corazón se me hiciera trizas por ir a donde no había. Estuve 6 años parada en ese lugar, en una relación que no iba a ningún lado, y si en mi cabía la esperanza, tuve que irme del otro lado del mundo para probar si esa esperanza fructificaría, pero al volver dolorosamente me di cuenta que estaba en terreno minado.

He conocido muchos hombres y en el camino me he conocido a mi también para bien o para mal, ha sido un viaje de luces y sombras muy revelador que me ha dejado ver todos esos pendientes de vida con mis padres. Esos hombres han sido un verdadero vehículo de transformación, he visitado tantos rincones de mi misma, lugares que he aprendido a honrar y a ponerles amor, espacios fragmentados que al tiempo he aprendido a unir como si fueran un rompecabezas, y no es que esté completo hasta hoy, pero si he conseguido muchas pistas y claridad de lo que esencialmente soy, he visto mi herencia, la fuerza de toda mi tribu gracias al dolor y su belleza, porque también el dolor entraña belleza, tan sencillo porque abre el corazón y libera de energía densa que de otra forma no podría haber sido liberada.

Soy esa mujer que en muchos momentos de la vida ha llorado con el ego roto “por amor” en su forma más distorsionada, pero entonces, ¿sería amor?… No, estoy clara que el ego y el amor en su forma más pura no danzan. Donde hay miedo al abandono o al rechazo no hay amor, hay lianas, muletas y rescatadores.

Con el tiempo, he venido aprendiendo más y más sobre el amor, pero también ganado certeza en cuán valioso es tenerse a uno mismo, no empeñar nada de lo que uno es para que la otra persona no se vaya.

Recuerdo que cuando tenia 18 años, Giovanni me pidió matrimonio y me asusté tanto que finiquité esa relación en ese momento. Cuando tenia 19, Rolo me terminó cuando decidí irme a Canadá, y yo sólo con los ojos llenos de lágrimas decía: “Es que me tengo que ir”.

La realidad es que, al día de hoy no cambiaria nada por todo lo que mis ojos han visto, por todo ese camino que se abrió ante mis pies, por todas las risas, el llanto ante el miedo de no lograr mis objetivos vs la satisfacción de conseguir eso y un poquito más; No cambiaría todo lo que he vivido, aún cuando la vida hace sus rutinas de limpieza roja y vuelve a tocar el dolor. Todos queremos aprender a través del amor y la alegría pero no se vuelve tan significativo como cuando punzó, como cuando se invirtió tanto entre tiempo, risas, energía y llanto, porque amar es así, es transitar y trabajar por algo profundo aún cuando sea efímero y se apueste a un caballo perdedor

Aprendo que, a veces para reconectar con el amor a uno mismo también habrá de toparse con gente indeseable, como en mi caso lo fueron Daniel y Eduardo entre algunos más de los que ya no recuerdo su nombre pero me enseñaron mis pedazos enfermos, espacios que he resignificado con amor y compasión, un trabajo que me ha tocado hacer a mi sola.

La cosa aquí es no morir sin haber amado profundamente o por lo menos haberlo intentado pese a cualquier resistencia, pero por sobre todas las cosas, amarse a uno mismo, a ti mismx, porque tú eres la única persona con la que tienes garantía de que pasarás el resto de tu vida.

PD Te debo la foto de los dumplings que me comí y el café que me tomé mientras escribía esto.

Con cariño

RC

Deja un comentario