Volviendo a casa


01 de abril 2024

Hace semanas que no escribo, no sé si mi sequía creativa es un asunto de represión y supresión a la par, aunque compartir es un gozo absoluto para mí, me doy cuenta de mi propio encierro mental y creativo. No sé si es porque estoy en una noche oscura del alma y no me he enterado o porque algo se está marinando en mi interior, en lo profundo de mis aguas.

Libros y más libros, un autor tras otro autor… eso es lo que ha abundado en mi espacio, nuevo espacio, que por cierto el librero es el protagonista de mi hogar.

Mientras escribo, me descubro con la sensación de volver a casa luego de infinidad de tiempo, llega a mí esa imagen acompañada de un silencio perturbador pero la también la belleza del extrañar eso que paradójicamente eNtraño: la hoja en blanco.

Y mientras sigilosa recorro cada espacio, hay muebles como fantasmas con sábanas empolvadas que por largo tiempo han dejado de embellecer el lugar, sus colores fueron reprimidos como mis ideas.

No siempre es sencillo ir dentro de uno mismo y hurgar, no siempre es fácil reconocer lo que está pendiente de restaurar por más elevados que sintamos que nuestro trabajo espiritual sea, ¡hay tantos puntos ciegos dentro de mí que quisiera encontrar!… me consuela saber que mi propia consciencia se encarga de mostrármelos aunque no siempre lo hace con gentileza, y es que las creencias se guardan como la humedad, no son visibles pero sí corrosivas, por eso,  qué importante es alimentar la chispa divina, para que ese fuego interno transmute cualquier estado de ignorancia, descuido,  inadecuación o incomodidad adentro, para que la luminosidad y el calor se deje ver por los ojos cual ventanas de un espacio habitado por alguien vivo  y presente, para que el fulgor se deje ver hasta en los dientes pintando sonrisas resplandecientes que contagien a quien sea que se atraviese en su camino.

Llegar a esa casa, quitar las sábanas de los muebles y jalar las cortinas para abrir las ventanas y dejar que el aire corra es reconfortante, lo que sigue es explorar cada rincón, seguir desempolvando los espacios y dejar de huir de los recuerdos, mirarlos despacito ya no por el rabillo del ojo, sino con las pupilas apuntando bien cerca, estoy segura que esos rinconcitos encierran esa belleza que hasta ahora no me he dignado en querer buscar, alguna quizás sea evidente, pero otra es ese secreto bien guardado que sólo espera mi mirada para ser contado. Queda claro que esa casa soy yo, esos muebles cubiertos con sábanas empolvadas, espacios ignorados, silencio perturbador, ventanas cerradas y belleza no expresada soy yo.

Hay mucho por reconocer y restaurar, que si es verdad que la terapia funciona, también encontrar ese lugar de brutal honestidad dentro de mí con la hoja blanca confesora que me ayuda a no ser mi propia inquisidora es realmente sanador.

Aquí estoy, esta vez no para terapiar con mis letras, no para dar herramientas humanistas, no para mostrar mis dotes espirituales. Estoy desde mi lugar más vulnerable y humilde, buscándome con la gana de reconectar con mi ser más esencial, sin máscaras ni pretensiones, sin jugar a la intelectual. Estoy aquí como niña curiosa luego de haberse perdido por un largo tiempo.

Con amor

RC

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