Un poco de Agape


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Haciendo un esfuerzo por contactar conmigo misma luego de tener la mente desparramada afuera, lo primero que ha llegado a mí, o más bien la idea que he tenido latente durante los últimos tres días ha sido el Ágape, ese amor incondicional y contemplativo que nadie puede morir sin haber experimentado, esa compasión y cuidado por el otro, eso que hace que Eros aflore en toda su plenitud y que Philia construya un vínculo de complicidad y camaradería.

Pensaba también en cómo amo hoy mi vida sin reservas y cómo ese amor hacia mí misma fluctúa, decae, sube, se enrosca, crece, resbala una y otra vez llenándome de ese Ágape el alma: mi propio Ágape, de pronto incongruente y temerosa pero finalmente viviendo.

Últimamente, reconozco que mi vida ha girado en torno a mi arista profesional y me sorprende que es el feedback que he recibido de dos o tres amigos cercanos por lo menos en un mes; Sí, tal vez me he concentrado ahí y la mitad de mi energía orgánica la invierto en el trabajo y en la maestría, mientras la otra mitad se vuelca en descarga física, llámese correr, yoguear o pasar algunas horas en el gimnasio mientras el resto en mi gente y mis libros… sí, si tengo amig@s y me gusta cada fin de semana compartir tiempo y espacio con gente que tiene la capacidad de bendecirme con sus presencia, gente que tiene la capacidad de ayudarme a cincelarme o simplemente darme un buen modelaje, gente que me resulta un buen espejo y hace que ese Ágape se potencialice y escurra en todo mi hábitat, mi casa: yo misma. De pronto no puedo ser objetiva conmigo, no sé si realmente me concentro mucho donde dicen mis espectadores, pero lo que sí sé es que siento que encajo ahí, sé que me da plenitud, sé que puedo conectar con el mundo y que tengo mucho por dar. Creo que la sexualidad se vive desde adentro y la sensualidad se refleja a través de una vida colorida, profunda, una vida que se come a puños y se avienta de cabeza apelando a la razón, quizás por eso inicié hablando de ese triángulo amoroso: el mío.

No importa cuánto aflore mi propia complejidad, sólo importa cómo voy reinventando mis mitos y cómo todos mis motivos se confrontan con mi razón, porque la riqueza del mito es esa: le da la vuelta a la razón, ¿quién cuestiona un mito?, creo que nadie, por el contrario el mito se adopta, se abraza, se conecta con la realidad y se compra el arquetipo mientras la razón aguarda silenciosa.

Hace unos días, leía sobre el amor sano, sobre los apegos y los afectos y cómo ese amor sano es aquel que integra esos tres aspectos de los que comencé hablando. El eros, que viene de la tradición griega, que es el deseo, las ganas del otro; La filia (philia), que viene de la tradición griega, que significa amistad, ser cómplices, tener proyectos comunes, no tener que explicarle el chiste a la persona que amas, porque entonces ya se va mal. El tercer elemento es el ágape, que viene de una tradición judeo-cristiana, que tiene que ver con el cuidado con el otro, la compasión del otro, que el dolor del otro te duela, la no violencia, se me ocurre que es ese amor incondicional y profundo que hace que el otro saque su mejor versión… sí, suena a utopía pero no lo es, realmente existe, como existe el derecho al desamor. Este triángulo, con buenas dosis de sus tres sustancias creo que es lo que mantiene este mundo girando acompañado por supuesto de un profundo sentido de libertad, pero de esa que más que se vive “se siente”, se respira… Sin duda, las cualidades del amor se extienden e incluso en esa “noche oscura del alma”, de la que habla San Juan de la Cruz, porque creo que es una oportunidad para regresar y recrear el mundo… “reinventar el mito”.

Pensaba un poco en las parejas, en mis propias creencias incluso valoraba las no vigentes, y escuchaba a un psicólogo conductista que hablaba justo de este triángulo, decía que si en una pareja había sólo eros y Philia sería como estar con un semental intrascendente; si hay sólo Philia y Ágape es como compartir con el maestro de filosofía o es más bien una relación de hermandad y que si no hay Ágape, ¡NO HAY NADA!, qué arduo es construir un amor inteligente, un amor independiente; no, no es falacia, creo que es una cuestión de voluntad y de una proyección de amor individual, amor propio. En fin, sólo validaba mis ideas o como a veces digo, pongo en líneas rectas mis ideas torcidas.

Sí, aunque no siempre me apetezca escribir intento hacerlo tan sólo para conectar conmigo resignificando mi experiencia, mis triángulos, mis deseos y mi esencia creativa; tal vez sólo intento afinar mis sentidos para saborear mejor la vida y no cuestionar tanto, ser más bien un espejo bien pulido para que cualquiera que pueda mirarse en mis ojos y se guste en el reflejo.

 

 

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